En ningún otro lugar que yo haya visto hay tal concentración de belleza.
Sencillamente, cada esquina, cada canal, cada campiello, cada palacio, cada portal, cada puente, cada calle, cada callejuela, cada patio, cada ventana en la que se posa la mirada es bella.
En todas partes es bella, en todas partes la ciudad está suspendida en el tiempo, todo (excepto, la estación de tren) lo que forma parte del centro histórico en las islas de la laguna (además de Murano, Burano, Torcello...) destila belleza. Venecia también es única, sin duda, pero no "sólo" por estar suspendida sobre el agua, ni por estar suspendida en el tiempo. Venecia es todas estas cosas, pero también es increíblemente maravillosa, es realmente todo belleza. Los turistas ruidosos están ahí, San Marcos es a menudo invivible a causa de ellos, pero a menudo basta -increíblemente- con doblar una esquina para encontrarse en total silencio, a la sombra de un jardín secreto custodiado por un palacio decadente con una elegante logia medieval. Y los plácidos canales del barrio de Castello, rodeados de palacios vacíos, sin habitantes ni comercios, cuando no pasa nadie. Y los puentes solitarios sobre estos canales, y casi el desencaje de las formas elaboradas de los palacios en el agua, y el silencio no roto por las góndolas que rozan el agua, los miles de iglesias con sus fachadas singulares, los palacios restaurados o dejados en ruinas, las callejuelas sombreadas, los patios....Yo prefiero la Venecia retirada de los canales, pero hay poco que negar: incluso lo que frecuentan los turistas es bello, muy bello (y en cualquier caso, conviene repetirlo, el centro histórico es vasto y laberíntico, y a menudo en los primeros cruces no hay ni rastro de los turistas).
Tantas sorpresas reveladas estrictamente caminando, tantos campielli arbolados escondidos con una atmósfera propia, tantos edificios con una arquitectura nunca vista, pero hermosos, y puestas de sol sobre el canal de Cannareggio, y vistas aéreas desde la fondamenta.
Seguiría siendo necesario volver de vez en cuando, y deambular por los alrededores para satisfacer un cierto anhelo de belleza.
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